jueves, 8 de diciembre de 2011

Contra la educación sexista



Por Gloria Muciño González



El principio de igualdad entre la mujer y el hombre ante la ley esta postulado en el artículo 4º constitucional, es aceptado, pero no está garantizado en la práctica educativa por los administradores de la educación y los docentes. Dicha práctica, aunada a la educación informal  por parte de los padre y la sociedad en general, de manera inconsciente, reproducen la rigidez de los roles sexuales y la desigualdad  en el ejercicio de los derechos y posibilidades de educación.
La pedagogía aplicada transmite la discriminación entre los sexos. Del niño se esperan socialmente cosas diferentes de las que se esperan de las niñas. Aunque los objetos pedagógicos no hacen distinción los textos y materiales se dirigen aponer en primer plano el papel de la mujer en la familia y  sus expectativas sociales, ocupacionales y domesticas con prioridad sobre posibles responsabilidades profesionales, científicas, artísticas, políticas etc. Los papeles se definen en relación con los valores de pasividad, docilidad, sensibilidad y dependencia que se traducen en diversos grados de aceptación de un lugar secundario y de sometimiento a él.
El lenguaje traduce la ideología social “niños y niñas”, “hombres y mujeres” la expresión “hombre” para referirse a la especie humana, cualidades o virtudes, ideales y hasta derechos y obligaciones del “hombre” “ciudadano” “elector” etc. Reforzándose así la posición secundaria de la mujer.
La discriminación sexista cotidiana generalizada está tan enraizada en nuestra cultura que se considera natural.
El contexto en que se educa a las niñas y niños trasciende en forma relevante en materia de  sexualidad, que se reconoce en los niños y se reprime en las niñas. Para formar y desarrollar personas seguras de sí mismas se debe:
     Promover la participación de las mujeres y revalorar su  contribución a la cultura y a la vida económica y social.
    Garantizar la aplicación y desarrollo de las disposiciones legales en materia de igualdad en todos los planos del orden jurídico, especialmente en el educativo.
    Promover actitudes no sexistas en docentes, es decir, actitudes de equidad.
    Crear material didáctico que contribuya  a una educación de equidad
    Porque no habrá autentica democracia si no se superan las inequidades de sexo y genero.

El texto lo tome y resumí del libro “Derechos humanos de las mujeres en México” distribuido gratuitamente por el municipio de Mérida (2001-2004), pero es una edición de la UNAM. Un libro que recomiendo para tod@s

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